Legiones quebradas nº 4354 (Warhammer The Horus Heresy) (Spanish Edition) by Varios Autores

Legiones quebradas nº 4354 (Warhammer The Horus Heresy) (Spanish Edition) by Varios Autores

autor:Varios Autores
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788445009055
editor: Minotauro
publicado: 2020-07-21T00:00:00+00:00


Tras algo más de retraso, me siento para acabar de pintar la segunda hombrera. Una vez terminada, mi armadura cumplirá con el código heráldico de mi legión. Es un momento muy importante. Ataviado con esta armadura, por fuera seré el Donak de antaño. Aunque temo que nunca vuelva a ser el mismo por dentro, y por ello no dejo de meditar y reflexionar.

Pongo en marcha el pincel. Los pistones de la bomba chirrían con suavidad. El pulverizador nubla ligeramente el ambiente.

En pocos segundos, la hombrera es de un lustroso verde Salamander, tal como debía ser. Siento algo en mi interior. ¿Un incipiente optimismo, quizá? Con un botón paso al color amarillo, espero a que la boquilla termine de limpiarse sola y, luego, comienzo a esbozar los contornos estarcidos de las llamas a lo largo del borde inferior.

Tardo un cuarto de hora en hacerlo. Estoy absorto en mi trabajo.

Cuando acabo, paro. Debería añadir ahora la gran insignia: la cabeza de draco.

Me detengo. Algo no está bien.

Dejo el pincel y cojo el cuchillo de combate de la mesa. Agarrando la hombrera con toda la fuerza que soy capaz de reunir, clavo la punta de acero en el metal. Araño la pintura, pero debo hundirlo todavía más, debo marcar el metal del mismo modo en que yo he sido marcado. El filo chirría contra la capa de ceramita que recubre el plastiacero. El metal es fuerte, pero yo lo soy aún más. Aprieto los dientes mientras clavo la punta en el metal inmaculado, echando a perder lo que pocos minutos antes había reparado.

La ceramita cede bajo la cuchilla. Milímetro a milímetro, grabo directamente en el metal la cabeza de la salamandra. Podría usar las herramientas de grabado y terminar el emblema en pocos minutos, evidentemente, pero esa no es la cuestión.

Lo que importa es el esfuerzo.

—Hermano, ¿qué haces?

Me vuelvo, Osk’mani está detrás de mí con E’nesh. Parecen intranquilos al verme destrozar mi equipamiento, pero hago caso omiso y retomo mi trabajo. Ya casi he terminado. Me da igual que no lo comprendan. Ellos también deben hacer esto.

El último fragmento de metal cede bajo la cuchilla. Levanto la hombrera. El emblema es perfecto, aunque tosco. Las marcas más profundas captan la luz y parece que se mueva.

«Es lo que Jo’phor habría hecho», quisiera decir. En Isstvan, grababa cabezas de salamandra como esta en la armadura de nuestros enemigos, para avisarles de que los fieles al Emperador seguían con vida y se vengarían de su traición. Lo hago para honrarle, y para recordar nuestra causa. Jo’phor tenía razón. Ahora somos muchos, y juntos podremos terminar lo que empezamos en Isstvan V.

Es un homenaje digno, y la renovación de una promesa de venganza.

Pero no puedo hablar. Todavía no.

Miro a mis hermanos, implorándoles que lo comprendan. E’nesh inclina la cabeza y posa una mano sobre mi hombro.

—Vulkan vive —susurra él.

Asiento con la cabeza. Ya sea verdad o no, debemos aguantar.

Me giro y vuelvo al trabajo.

He mellado el cuchillo. Tengo que afilarlo de nuevo.



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